Siniestro reinado del usurpador (1442-1479).
Cualquiera que fuere la interpretación del testamento de la reina madre, la ley a observar era el Fuero General donde taxativamente se dice: «todo Rey que oviere fijos de legal coniugio, dos, o tres, o más, o fijas, pues que el padre moriere, el fijo mayor herede el regno». Dice Campión: «La revolución tardó en salir a la calle; durante nueve años el Príncipe gobernó el Reino sin título de rey, pero usando de todo el poder regio: mando de tropas, cobro de tributos, nombramiento de alcaides, gobernadores de castillos y ministros de diversas clases, ejecución de sentencias, interpretación y aplicación de los contratos públicos, otorgamiento de mercedes, etc. »...«Don Juan andaba de continuo fuera del Reino, enfrascado en los negocios de Aragón y Castilla, pero ejercía la misma autoridad, derechos y funciones que el Príncipe cuando así se le antojaba, y con ínfulas de preeminencia, puesto que algunas veces solía confirmar las donaciones de aquél como si por sí mismas no valiesen. Era ese un consorcio de gobierno extraordinariamente anómalo y peligroso, un equilibrio inestable de cosas que no se podía mantener. Padre e hijo disputaban agriamente sobre la despensa de los caudales públicos, cebo a sus respectivas parcialidades.»...«La política exterior de don Carlos era deliberadamene pacífica; al revés de la de su padre, que como Lugarteniente general de Aragón y ricamente hacendado en Castilla, participaba de las guerras exteriores de aquel Reino, por los asuntos de Italia, y de las revueltas interiores del segundo, por conservar la hacienda mientras fue suya, por recuperarla cuando se la confiscaron...». En 1447 don Juan casa con doña Juana Enríquez, hija del Almirante de Castilla. En 1449 llegan a Navarra llenos de rencores y ambiciones, comenzando aquél a ejercer el pleno poder real. La situación del Príncipe era insostenible. En 1450 Carlos e retira a Segura, en Guipúzcoa, y posteriormente, a San Sebastián a cuyos moradores les exime del pago de aduanas en Navarra. Beamonteses y agramonteses chocan e inician una guerra que iba a ser interminable. Los beamonteses se apoderan en 1450 de Oteiza y del castillo de San Juan Pie de Puerto. Don Carlos se somete a su padre en 1451 . Los castellanos invaden Navarra a favor del Príncipe, toman el castillo de Buradón y sitian a Estella. Don Juan levanta el cerco pero le derrotan. La osadía y el desprecio llega a tal punto que incluso asocia a doña Juana Enríquez al gobierno de Navarra. Toda Navarra toma las armas sumiéndose en una horrible guerra civil. Tanto el Príncipe como don Juan se ven desbordados por los acontecimientos. Los verdaderos personajes de la contienda son Luis de Beaumont, Conde de Lerín, y mosén Pierrés de Peralta. Ambas parcialidades se enfrentaron abiertamente en Aibar, con tan mala fortuna, que cayeron prisioneros tanto el Príncipe don Carlos como el famoso don Luis de Beaumont. Es el 23 de octubre de 1451 . Estando prisionero nació en Sos su hermanastro Fernando, futuro rey Católico hijo de Juan II y de Juana Enríquez. El 23 de junio de 1453 el Príncipe recobraba su libertad por intercesión de las Cortes de Aragón. En 1455 padre e hijo se hacían de nuevo la guerra. Siguen a los beaumonteses la mayoría de las montañas de Navarra, Pamplona, Olite, Condado de Lerín y otras comarcas navarras; siguen a los agramonteses el Valle de Roncal, Estella, Tudela y algunos otros pueblos de la Ribera. La guerra va mal para el Príncipe, quien desesperanzado, no ve más camino que retirarse a Nápoles buscando la protección de su tío Alfonso V. Entretanto don Juan y el Conde de Foix habían firmado un tratado en Barcelona excluyendo del trono a don Carlos y a su hermana doña Blanca, abriendo la puerta de la sucesión real a doña Leonor, esposa del citado conde. Del mismo modo, pero esta vez las Cortes, únicas capacitadas para ello, proclamaron y juraron rey a don Carlos el 16 de marzo de 1457. A la muerte en el año siguiente del rey Alfonso, don Juan ciñó la corona aragonesa y don Carlos subió a Príncipe heredero de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña, Sicilia y a gobernador de Cataluña. Ahora don Juan II repitió en Aragón lo hecho en Navarra con el Príncipe, pero éste desde Sicilia, donde vivía, reanudó las negociaciones. Por imposición de su padre llegó a Mallorca en 1459. Al año siguiente Juan II proclamó la tregua ajustada con el Príncipe otorgándole el perdón, lo mismo que a doña Blanca. En 1460 regresó a Barcelona. El Príncipe negociaba secretamente su casamiento con la infanta Isabel de Castilla. Enterado don Juan, llamó al Príncipe a Lérida donde, fue desarmado y prendido traidoramente en presencia real el 2 de diciembre de 1460. Cataluña se alzó en armas al grito «Via foral Sometent!». Don Juan huyó de Lérida llevándose a su hijo al castillo de Morella. El ejército catalán ocupa Fraga. El Papa publica una Bula pidiendo la libertad de don Carlos. Don Juan, acorralado por todas partes, decreta la libertad del Príncipe, que es recibido en Barcelona clamorosamente. En Navarra, al tener noticia de los acontecimientos catalanes, se sublevan los beumonteses. Los castellanos intervinieron conquistando Laguardia, Los Arcos y San Vicente, cercando a Viana que acabó rindiéndose. El Príncipe envió un embajador a Luis XI de Francia rogándole requiriese a don Juan la devolución de Navarra y el destierro del Conde de Foix. En ese estado de cosas acaeció la misteriosa muerte del Príncipe don Carlos en Barcelona el 23 de septiembre de 1461. Murió, probablemente envenenado, no en vano su padre le había amenazado de muerte más de una vez como consta documentalmente. Juan II siguió gobernando contra Fuero ya que la sucesión legítima era la de doña Blanca II (reina de derecho, 1461-1464) y Leonor (al fallecer doña Blanca). El rey de Castilla cuando supo la muerte de don Carlos atizó la guerra atacando Lerín y Mendigorría pero, descalabrado en Abarzuza, se retiró a Logroño. Se ajustó la paz. Luis XI de Francia como árbitro sentenció contra Navarra ordenando la entrega de Estella y su comarca. Las Cortes enviaron dos embajadores al rey de Francia para hacerle saber que el Reino, según Fuero, era «inalienable e indivisible». Los castellanos intentaron tomar por la fuerza la merindad de Estella pero ésta se resistió obligando a los castellanos a retirarse sin conseguir su objetivo. Poco más tarde, el 2 de diciembre de 1464 moría la heredera al trono doña Blanca. Después de hallarse recluida en Olite y llevada a San Pie de Puerto fue encerrada, no sin su protesta, en el castillo de Orthez donde corrió la misma suerte que su hermano. Ahora tocaba el turno a doña Leonor y su esposo el Conde de Foix, que toman el título de Príncipes de Viana. El caso de don Carlos y doña Blanca se repetía frente a aquel padre desalmado. No faltaron intentos para expulsar a los castellanos de San Vicente, Laguardia y Los Arcos. Doña Leonor ejercía el poder a título de gobernadora entretanto don Juan, su padre, peleaba contra los catalanes. En la sombra, casado ya con Isabel de Castilla, comenzaba a destacar Fernando el Católico. Hubo tentativas de reconciliación de bandos que desembocaron en la muerte del Obispo de Pamplona Nicolás de Chávarri por las gentes de Mosén Pierrés de Peralta en 1468. Otra de las resultas de tan intrincadas y enmarañadas negociaciones fue la de cambio de postura de los agromonteses, ahora en favor de la reina. En 1472 muere el Conde de Foix dejando viuda a doña Leonor que queda a merced de su padre. El conde de Lerín se entrevistó con don Fernando en Vitoria quien desde ese momento toma bajo su protección a los beaumonteses. Hubo intentos de treguas y reconciliación de bandos pero todo resultó inútil. El 19 de enero de 1479 moría a los ochenta años de edad el rey Juan II de tan execrable memoria. Doña Leonor fue jurada reina en Tudela el 28 de enero del mismo año para gobernar solamente quince días. La muerte puso fin a la desventura de los hermanos. La Corona pasaba a manos de su nieto Francisco Febo, de once años de edad, para inaugurar un reinado efímero de solamente cuatro años.
Bernardo Estornés Lasa
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